Con una imponente altitud de 3,776 metros sobre el nivel del mar, el Volcán Lanín se erige como una joya natural en la frontera entre Chile y Argentina. Este majestuoso estratovolcán, parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, es un ícono tanto para la provincia del Neuquén como para la Región de la Araucanía. Además de ser un desafío atractivo para los aventureros, el Lanín tiene un profundo valor cultural para las comunidades mapuches que lo rodean.
Aunque su última erupción se estima que ocurrió hace unos 1,600 años, el Lanín sigue dominando el paisaje con su silueta imponente. Se encuentra rodeado de lagos espléndidos como Paimún y Huechulafquen al sur, y el Lago Tromen al norte. Su figura es tan destacada que es visible desde Temuco, Chile, a casi 200 kilómetros de distancia, sirviendo como un faro natural para quienes viajan por la región.
El ascenso al Volcán Lanín es una experiencia que pone a prueba la resistencia física y ofrece una conexión profunda con la naturaleza. La ruta más común de ascenso es desde el Lago Tromen por la cara norte del volcán. Este desafío exige preparación y el acompañamiento de guías experimentados para garantizar la seguridad durante la escalada.
Aparte de su atractivo para los escaladores, el Volcán Lanín es un destino turístico de renombre internacional, conocido por sus oportunidades para la práctica de deportes de alta montaña. Las rutas de acceso bien definidas facilitan la aproximación a los refugios y, para los más preparados, el ascenso a la cumbre recompensa con vistas panorámicas inigualables.
Tanto el Parque Nacional Lanín en Argentina como el Parque Nacional Villarrica en Chile protegen no solo al volcán, sino también vastas áreas de bosques de araucarias, ecosistemas de alta montaña, y una rica biodiversidad. Estos parques sirven como laboratorios naturales para la educación y la conservación.
Visitar el Volcán Lanín es mucho más que una simple aventura deportiva; es una inmersión en un entorno donde la historia, la cultura y la naturaleza se fusionan. Este viaje ofrece una experiencia enriquecedora que subraya la importancia de preservar estos monumentos naturales y el valor que representan para las comunidades indígenas y la identidad regional.