Con más de tres mil metros de altura, el imponente volcán Llaima se alza como una de las postales más reconocibles de la región. Sus dos puntas características lo distinguen de los demás volcanes de la zona y permiten que pueda ser observado desde diversas comunas como Melipeuco, Vilcún y Cunco. Situado en el corazón del Parque Nacional Conguillío, es un destino obligado para quienes buscan naturaleza, historia y aventura.
Un gigante en constante movimiento
El Llaima es considerado uno de los volcanes más activos de Chile, con más de 30 erupciones registradas desde el siglo XIX. Sus últimos episodios eruptivos se produjeron entre los años 2008 y 2010, procesos que incluso han hecho crecer su cima entre 30 y 50 metros.
Pero su historia se remonta mucho más atrás. El sacerdote e historiador Alonso de Ovalle relató en 1640 una erupción tan violenta que sacudió la tierra con estruendos comparables a artillería pesada y atemorizó a las comunidades cercanas.
Primeras ascensiones y exploradores
El primer ascenso documentado al volcán se atribuye a los hermanos Rimbach, a comienzos del siglo XX. Su expedición quedó registrada en un relato que destaca la belleza del entorno: bosques de coigües, raulíes y araucarias, abundancia de piñones y frutos silvestres como las chauras. Sin embargo, también existen teorías de ascensiones anteriores, como la del alemán Karl Vollmer en 1819, lo que añade un aire de misterio a la historia de este gigante andino.
Aventura para todo el año
Más allá de su relevancia geológica e histórica, el Llaima es hoy un destino turístico y deportivo de gran atractivo. En sus faldas se encuentra el Centro de Ski Las Araucarias, un espacio que ofrece pistas para distintos niveles, arriendo de equipos y clases para quienes buscan iniciarse en el ski o snowboard. Esto convierte al volcán en un lugar ideal para disfrutar tanto en invierno como en verano, combinando la experiencia de la nieve con la majestuosidad del Parque Nacional Conguillío.
El emblema del Conguillío
El volcán Llaima no solo es un atractivo natural, también es un símbolo vivo de la fuerza de La Araucanía. Su historia, marcada por erupciones, exploraciones y paisajes únicos, lo convierte en un destino que conecta la memoria del territorio con la aventura del presente.
Visitarlo es encontrarse cara a cara con uno de los colosos más fascinantes del sur de Chile.
