En lo alto de Collipulli, suspendido sobre la inmensidad del río Malleco, se levanta una de las mayores obras de ingeniería de Chile: el Viaducto del Malleco, un coloso de acero que desde hace 135 años une no solo territorios, sino también historias, memorias y sueños.
Con 102 metros de altura y 145 metros de longitud, esta estructura fue, en su época, uno de los puentes ferroviarios más altos del mundo, un símbolo del progreso y del empuje de una nación que comenzaba a mirar hacia el sur con esperanza. Inaugurado a fines del siglo XIX, el viaducto no solo permitió el avance del tren: conectó regiones, impulsó el desarrollo y dio vida a nuevas rutas que marcaron para siempre el destino de La Araucanía.
Más allá de su valor técnico, el Viaducto del Malleco es parte esencial del paisaje cultural de Collipulli. Cada remache, cada viga, guarda el eco de los hombres y mujeres que participaron en su construcción, muchos de ellos llegados desde tierras lejanas, que con su esfuerzo y talento dieron forma a este gigante que desafía el tiempo.
El reconocimiento a su legado no tardó en llegar: en 1990 fue declarado Monumento Nacional, en 1994 reconocido como Hito Histórico de la Ingeniería Civil Mundial por la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles, y en 1998 ingresó a la lista tentativa de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Hoy, distintas voluntades trabajan para que ese anhelo —que el Viaducto del Malleco sea reconocido como Patrimonio Mundial— se haga realidad.
Más de un siglo después de su inauguración, el Viaducto sigue siendo un ícono del turismo y la identidad de Collipulli, un punto de encuentro entre historia, técnica y belleza natural. Quienes lo visitan quedan cautivados por su silueta imponente que corta el cielo del valle, recordando que el progreso y la memoria pueden convivir en perfecta armonía.
En este nuevo aniversario, Destinos Araucanía rinde homenaje a este monumento de acero, a sus constructores y a la comunidad que lo abraza como parte de su historia. Porque el Viaducto del Malleco no solo une rieles y caminos: une a un pueblo con su pasado, su presente y su futuro.

